"Sin duda
alguna, como es fácil de ver, la razón misma del trabajo que aportan los que se
ocupan en algún oficio lucrativo y el fin primordial que busca el obrero es
procurarse algo para sí y poseer con propio derecho una cosa como suya. Si, por
consiguiente, presta sus fuerzas o su habilidad a otro, lo hará por esta razón:
para conseguir lo necesario para la comida y el vestido; y por ello, merced al
trabajo aportado, adquiere un verdadero y perfecto derecho no sólo a exigir el
salario, sino también para emplearlo a su gusto. Luego si, reduciendo sus
gastos, ahorra algo e invierte el fruto de sus ahorros en una finca, con lo que
puede asegurarse más su manutención, esta finca realmente no es otra cosa que
el mismo salario revestido de otra apariencia, y de ahí que la finca adquirida
por el obrero de esta forma debe ser tan de su dominio como el salario ganado
con su trabajo.
Ahora bien: es en esto precisamente en lo que consiste, como
fácilmente se colige, la propiedad de las cosas, tanto muebles como inmuebles.
Luego los socialistas empeoran la situación de los obreros todos, en cuanto
tratan de transferir los bienes de los particulares a la comunidad, puesto que,
privándolos de la libertad de colocar sus beneficios, con ello mismo los
despojan de la esperanza y de la facultad de aumentar los bienes familiares y
de procurarse utilidades."
León XIII, 1891. Encíclica Rerum Novarum